Por Milady Leonardo
Una nube gris cubre toda mi alma
Y es que se me hace difícil asimilar la maldad del hombre.
Y es que se me hace difícil no pensar en todas tus luchas para llegar a la cima de tu carrera.
Tus días nublados donde cada peso había que atarlo al bolsillo bien dobladito para evitar perderlo y quedarte sin la ración de moro con salami especialidad del comedor de la UASD.
Se me hace difícil no pensar en los tantos trechos que tuviste que tomar para llegar temprano a lo que fue tú mayor sueño, a tener el «Derecho» de defender a los que no lo conocen.
Se me hace triste ver la mezquidad del hombre y ese deseo de poder desbordado que lo convierte en verdugo de los más bulnerables.
Se que tú también alguna vez pensaste que con tantos ladrones, con tanta maldad, no era posible caber en 48 mil kilómetros cuadrados.
Por lo que de tí se, pude también ver que tu impotencia la metiste en una licuadora y la convertiste en pósima de lucha, de fortaleza, de perseverancia, en busca de secar ese pozo séptico en que han convertido los poderosos el Sistema de justicia de tú país.
Se que nunca te pareció justo que muchos andaran descalzos, arrastrando sus miserias debajo de los puentes mientras otros se recrean en grandes villas a costa de sus miserias.
Se que tuviste grandes sueños de libertad y aunque el poder calló tu grito de justicia independiente para esa patria pisoteada y maltratada por esbirros, es bueno que tus verdugos sepan, que los seres como tú jamás pasan de largo por la madre patria, que «no hay plazos que no se cumplan ni deudas que no se paguen» y que no es de inteligente pensar que el infierno esta allá arriba.
Ataron mil cadenas a tu cuerpo para poder arrancarte la vida porque los hombres como tú son difíciles de matar y es que la cobardía de tus asesinos los hace no tener tamaño en sus testículos para enfrentar un gigante como tú.
Tus verdugos no entedieron que aunque te pusieran mil candados, la libertad de los hombres no conoce de cadenas ni candados y que tú legado jamás lo podrán atar a sus mezquindades.
Le quedaste grande a este gobierno querido compañero!
Pero que bueno que las ideas no sumergen, sino que estas emergen, por lo que cada muerto que transita en las conciencias de los gobiernos es un motivo más para que los pueblos saquen hacia afuera su indignación y con conciencia demostrar que:
De pie hay que continuar, de rodillas jamás!
Descanza en paz hombre pueblo, hombre justicia, hombre patria. Aunque te vamos a extrañar, quiero que sepas que los que aquí quedamos nos aseguraremos que:
»SI NO HAY JUSTICIA PARA EL PUEBLO QUE NO HAYA PAZ PARA EL GOBIERNO»